«Devenir lengua. Comentario a Interruqciones de valeria flores» por Tomás Henríquez

El trazado de una crítica nunca es ingenuo. Mucho menos objetivo. Implica reconocer adscripciones, señalar divergencias, establecer diálogos, proponer discusiones. Se trata, en definitiva de tomar una posición y decir con claridad y la mayor transparencia posible dónde está el enemigo. Decirlo con fuerza. O tal vez vacilar. Contra-decirse. Aducir desorientación. Darse el derecho a no entender. Hallar la oportunidad para descansar en el fluir incontenible de una lengua que ante la crisis se escabulle. Se desvanece. Que se escapa no solo de toda responsabilidad sino también de voluntad de legibilidad. Y que por eso mismo se traviste. Una lengua que recurre a maquillajes, prótesis y contorsiones verbales para la construcción de su retórica. Desestabilizar el yo es el primer paso para una práctica crítica que disponga no solo de voluntad sino de potencias de sentido que pretendan intervenir las tramas de conformación epistémica de un nosotros. El trazado de una crítica es no solo todo lo opuesto a la objetividad que ella misma pretende, sino es también un enfrentamiento ante la posibilidad legítima de verse incapacitado a hablar y frente a la inmensidad de la duda, darse por vencido.

valeria

Por ende, debo admitir que aunque con lejanía conozco el trabajo de Valeria Flores y me estimula. Diré sincero que “Escribir contra sí misma” es un ensayo que leí por vez primera hace ya algunos años y que todavía ronda por mi cuerpo, por mi memoria, por mi lengua con una reminiscencia crítica que a ratos me hace recordar la crueldad que Artuad creía necesario disponer sobre uno mismo para devenir el propio cuerpo abyecto, pero ahora bien, y valga reconocer el trazado, el caso de Flores se ubica en un contexto algo distinto: la de una profesora provinciana, tortillera, marica, sudaca.

Será quizás que la reapropiación del insulto, aquella práctica tramposa pero recurrente para cuerpos que necesitan resentir el placer de volverse frágiles, deviene estratégica no solo porque visibiliza la marca de una herida, la huella todavía latente de un pasado y un presente lleno de violencia, sino porque se convierte en sitio de inscripción vital desde el cual derramar la enunciación eventual de un yo. En ese territorio se fragua una muy particular geografía del decir. De poses e imposturas. De gestos y amaneramientos. Pareciera que es fácil rehuir y volverse inaprensible, escurridizx, contradictorix. Ser una piedra en el zapato. Una interruqción, que como por asalto blande de dudas toda la página. Así como esa q que intermedia la palabra y que pone en evidencia que lo queer (lo cuir; lo kuir) es teoría y es práctica, y es también algo que se ubica en ese espacio intermedio del que poco sabemos pero intuimos.

Interruqciones. Ensayos de poética activista” es un texto que se desplaza como un enorme juego de lenguajes, cuerpos, metáforas, insterticios, y redundancias que se atreve a intervenir críticamente aquellos espacios de la política tradicional donde parecería que la tipología de hablas legítimas estuviera restringido. A través de ensayos que deslindan en el quehacer de determinadas prácticas corporales disidentes se implica en problemas relativos a las pedagogías críticas, las políticas de la (des) identidad sexual, y las performance de género. Así mismo el libro también puede leerse como un intento de modelar un programa de escritura feminista y prácticas de la alteridad de uno mismo, y simultánemanente fisurarlo y destruirlo en esa misma declaración de principios. Involuntariamente el texto se torna manifiesto. Pero no bajo ese manto de consagración épica que poseen los grandes discursos vociferados en altares ecuménicos por las izquierdas tradicionales y heteronormativas. Este relato posee la abyección de cuerpos deseantes que se intersecten en las marginalidades de un texto y que no aspiran al poder sino para intervenirlo y desestabilizar sus zonas de mayor estratificación. Allí, la potencia estratégica de la interrupción –modelo a ratos casi mesiánico para imaginar la desarticulación de las formas hegemónicas de la política moderna- cobra relevancia. Coordinar colectivamente las prácticas del feminismo es recrear los descuidos de la política. Así, V. Flores propone un tablero de juego hecho de saltos, tropezones y retrocesos. Entredichos que se intersectan y proponen un yo que denuncia, oscila, impugna y descree de sí mismo. Un manifiesto de la des-identidad.

interruqciones flyer

Realizar una cartografía latinoamericana que se pregunte por las coordenadas y las nuevas estrategias de coolaboración entre los siempre monstruosos y muy erráticos giros de ludicidad del feminismo contemporáneo, implica no solo rastrear las condiciones geo-políticas en las que cada cual se inserta e interrumpe en el diagrama de saberes legitimados, sino, y quizás más importante aún, establecer un mapa de prácticas de la disidencia sexual que visibilize la morfología de los cuerpos que obliteran las tramas de sentido con los que la heteronormatividad y los órdenes coloniales se imponen. Porque aún cuando hablemos el lenguaje de una crítica post-humana, no dejamos de vivir en una provincia. Nacimos en el sur y nuestro norte no será si no que siempre el equivocado. El gran acierto de Valeria Flores, y así mismo su error más importante, es darle dignidad a esa condición por la cual sus textos tan bien nos resuenan: el devenir barroco de su lengua provinciana. Esa matriz. Ese interface de comunicabilidad ilegible es en realidad la forma de acercarnos a esa melancolía inútil que nos acompaña el ejercicio siempre irresuelto de su lectura.

Podríamos clasificar su habla e intentar aproximarla al lenguaje de las ciencias sociales, de la literatura, de la filosofía, no obstante sería un ejercicio inútil. Porque los ensayos presentes en “Interruqciones. Ensayos de poética activista” fueron escritos antes que todo para ser leídos a viva voz. Para trabarse en la porosa y profunda superficie en la que el sonido le disputa resonancia al labio y a la lengua. Para perderse en las trabas de los afectos y las afecciones que nosotrxs mismxs, desde un activismo tan rabioso como desorientado, intentamos construir. Las discusiones del feminismo son innumerables. Tantas que a veces se nos olvidan. Pero somos obstinadxs y damos vuelta el mapa para trazar cartografías imposibles de voces que imaginan nuevas formas de hacer política. Esa es finalmente nuestra utopía.

“Interruqciones. Ensayos de poética activista” de Valeria Flores. Editora La Mondonga Dark. Neuquén. 2013.

Tomás Henríquez.

accioìn de las hojasActor de la Universidad de Chile. Dramaturgo y activista. Entre sus obras estrenadas están Ochagavía (2011-12) y La Mujer Metralleta (2012). Como performista colabora activamente con el Colectivo Universitario por la Disidencia Sexual (CUDS).

Deja un comentario